La tierra mezclada con las hojas,
los verdes y marrones de la corteza
el brillo que escondía
el roble aún joven que crecía.
El que de a poquito se extendía
abriendo ramas y hojas
sobre el techo de la casa
y las planicies del patio.
Y en un abrazo no lo contenía
a mi roble tan grande
el que nació de la semilla
que desde un principio no era mía.